Un Poeta y Trece Locos

El por qu#65533; de este libroEn primer lugar, porque si nos remontamos a 1908, encontramos, que en ese hist#65533;rico a#65533;o, fallecen dos hondure#65533;os de m#65533;ritos indiscutibles por una y mil razones m#65533;s; el Dr. Marco Aurelio Soto (El Reformador), Ex presidente de la Rep#65533;blica, quien fallece en la ciudad de Par#65533;s, Francia, a comienzos de ese a#65533;o y en las postrimer#65533;as del mismo, nuestro irrepetible Juan Ram#65533;n Molina, en la ciudad de San...
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El por qu#65533; de este libroEn primer lugar, porque si nos remontamos a 1908, encontramos, que en ese hist#65533;rico a#65533;o, fallecen dos hondure#65533;os de m#65533;ritos indiscutibles por una y mil razones m#65533;s; el Dr. Marco Aurelio Soto (El Reformador), Ex presidente de la Rep#65533;blica, quien fallece en la ciudad de Par#65533;s, Francia, a comienzos de ese a#65533;o y en las postrimer#65533;as del mismo, nuestro irrepetible Juan Ram#65533;n Molina, en la ciudad de San Salvador, Rep#65533;blica de El Salvador, de donde fueron repatriados sus restos mortales diez a#65533;os despu#65533;s, o sea, en 1918. En cambio los del Dr. Soto, reposan para la eternidad en un pante#65533;n de Par#65533;s.Pero, independientemente del desaparecimiento de estos dos ilustres varones, nacen otros dos distinguidos compatriotas, uno en Santa Rosa de Cop#65533;n, el artista y arquitecto, Arturo L#65533;pez Rodezno y en la ciudad m#65533;rtir de Ocotepeque, el Dr. Ram#65533;n Villeda Morales, quien llegara a ser Presidente de la Rep#65533;blica, casi con las mismas reformas, por supuesto que en su tiempo, del Dr. Soto. Es preciso se#65533;alar, que el arquitecto L#65533;pez Rodezno, adem#65533;s de haber sido diplom#65533;tico de carrera, fue el primer director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, en Comayag#65533;ela.Es preciso indicar que de los Trece originales miembros del Comit#65533; Pro Monumentos a Juan Ram#65533;n Molina, que en el mejor momento de su dilatada existencia fundara el recordado intelectual, Eliseo P#65533;rez Cadalso, ya solo quedamos tres, a saber: Marcial Cerrato Sandoval, Marco Rolando San Mart#65533;n y quien suscribe.Por otro lado, era necesario editar este libro, porque si no lo hac#65533;amos, hubiese quedado en el limbo una gran cantidad de hechos hist#65533;ricos, que a lo largo de los #65533;ltimos cincuenta a#65533;os han tenido como figura central a Juan Ram#65533;n Molina, y por ello, hemos recopilado este material, que viene a ser algo as#65533; como una antolog#65533;a, que es precisamente lo que tratamos de ofrecer a los lectores de "Un Poeta y Trece Locos".El esfuerzo ha sido enorme, por cuanto han transcurrido alrededor de diez a#65533;os los que los autores nos hemos tomado para poder ofrecer esta obra, a#65533;os, en los cuales hemos tenido algunos choques emocionales y m#65533;s de alg#65533;n altercado, por lo delicado del trabajo, que entre do#65533;a Elsa y este servidor hemos realizado; sin embargo, el libro ha sido terminada felizmente.Es de hacer notar, en honor a la justicia, que en el mismo han participado una gran cantidad de hondure#65533;os ilustres, cuyos nombres aparecen en las p#65533;ginas que enriquecen el mismo, a quienes les reiteramos nuestra gratitudPero la idea es mucho m#65533;s grande, por cuanto se viene planificando viajes al exterior, es decir a Am#65533;rica del Sur, espec#65533;ficamente a Chile, ya que las autoridades chilenas hicieron llegar a Tegucigalpa un art#65533;stico monumento del gran Pablo Neruda y el otro viaje ser#65533;a a Rio de Janeiro, en donde Juan Ram#65533;n se agiganta con su c#65533;lebre poema Salutaci#65533;n a los Poetas Brasile#65533;os durante el Tercer Congreso Panamericano celebrado en aquella gran ciudad, en 1906. Es menester se#65533;alar que ya el Comit#65533; Moliniano, tiene colocados adem#65533;s del gigantesco monumento en el Parque La Libertad de Comayag#65533;ela, otro en la ciudad de Quetzaltenango, Guatemala, en donde el poeta estudi#65533; y otro en el Parque Cuscatl#65533;n, de la ciudad de San Salvador, en donde el malogrado aeda falleci#65533;. Por esas y muchas razones m#65533;s es que nos vimos obligados a editar este libro, que confiamos ser#65533; del agrado de quienes lo lean, ya que en el mismo va sustentado mucho material desconocido, es decir in#65533;dito, que hasta ahora aparece en estas p#65533;ginas. Respetuosamente, Los autores.