Un día trece, pero no cualquier trece, fue un viernes con lúgubres ideas y terroríficas escenas en el cual esta antología comenzó a mancharse las manos. No de tinta, de sangre. De cada una de las víctimas que yacen entre sus líneas, de las mismas que no pudieron hablar, porque fueron sus verdugos quienes ahogaron sus gritos de dolor. No debían ser escuchados. Ellas desde algún oscuro lugar, te invitan a que leas una a una sus desgracias. ¿Te animas a cruzar el umbral?
Un día trece, pero no cualquier trece, fue un viernes con lúgubres ideas y terroríficas escenas en el cual esta antología comenzó a mancharse las manos. No de tinta, de sangre. De cada una de las víctimas que yacen entre sus líneas, de las mismas que no pudieron hablar, porque fueron sus verdugos quienes ahogaron sus gritos de dolor. No debían ser escuchados. Ellas desde algún oscuro lugar, te invitan a que leas una a una sus desgracias. ¿Te animas a cruzar el umbral?