Con la Vida y la Muerte Como Testigos

Voy a morir, y éstas son mis palabras.Escribo desde un lugar al que Helge Hesse llamaría "la melancolía de un hombre que ha visto los abismos del ser humano". A pesar de no ser éste un espacio para elucubrar sobre los arquetipos de Jung, el más íntimo experimento me lleva a reconocerle plena vigencia. En nuestro interior convive la más policromática sociedad, el tapiz más difuso jamás visto entre bondades y maldades, una bruma grisácea que oscila entre los escasos destellos de la...
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Voy a morir, y éstas son mis palabras.Escribo desde un lugar al que Helge Hesse llamaría "la melancolía de un hombre que ha visto los abismos del ser humano". A pesar de no ser éste un espacio para elucubrar sobre los arquetipos de Jung, el más íntimo experimento me lleva a reconocerle plena vigencia. En nuestro interior convive la más policromática sociedad, el tapiz más difuso jamás visto entre bondades y maldades, una bruma grisácea que oscila entre los escasos destellos de la consciencia y la penumbra azabache de la banalidad natural. En esa sociedad interna, donde lo usual es el caos y priva la anarquía, el asomo democrático y la final imposición de la autocracia son aportados por una especie de juez, sometido al aguacero sin fin de los sobornos lúdicos. El juez, entonces, coherente con su "labor" decisiva, nos absuelve o condena. He aquí la historia de las sentencias.