Entre la PresunciÓn y la Certeza

Mientras escuchas tus pasos firmes y acompasados que te aseguran saborear lo dulce de la vida, cierto ruido desde hace un tiempo desvía tu atención: Quieres aprender a degustar el sabor clandestino y apetecible de lo amargo. Sabes que es un reto de disfrute nada fácil, donde luego tendrás que aprender a salir con tiempo de ese lado oscuro y torpe de los sentimientos. Mientras batallas en contra de la incertidumbre y tus certezas cierto día descubres que eres vulnerable, y con...
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Mientras escuchas tus pasos firmes y acompasados que te aseguran saborear lo dulce de la vida, cierto ruido desde hace un tiempo desvía tu atención: Quieres aprender a degustar el sabor clandestino y apetecible de lo amargo. Sabes que es un reto de disfrute nada fácil, donde luego tendrás que aprender a salir con tiempo de ese lado oscuro y torpe de los sentimientos. Mientras batallas en contra de la incertidumbre y tus certezas cierto día descubres que eres vulnerable, y con determinación decides a riesgo hacer una ruptura con ese desafortunado deseo del pasado, que no significa tener un bajo concepto de el, por el contrario ha sido un soporte de tu presente y sin lugar a dudas será una decisión que reforzará el bienestar y el autoestima.

Al principio, es una exploración que raya los límites de tus recuerdos, o lo que crees son tus recuerdos. Es un proceso lento pero de pasos firmes, sin vacilaciones. Este ejercicio, comparándolo con el desprendimiento de los apegos a las cosas materiales termina convirtiéndose en madurez emocional.

Son tres momentos que tienes que cumplir como un ritual:

• Al decidirte, debes buscar cierta inmunidad emocional al desprendimiento del o los apegos afectivos del lado torpe de los sentimientos,
• Luego del difícil adiós, plasmar los recuerdos en "papel", y leerlos hasta el cansancio. Ayuda algo de licor para relajar la mente y luego revisar sobrio, finalmente
• Perder el miedo y dejarlos ir.

Es una práctica que tiene sus detractores, hoy los especialistas aseguran que el cerebro juega con la memoria, la reacomoda y la reinventa a diario. Llena espacios vacíos con espejismos, solo asoma la punta del iceberg y no siempre es creíble o confiable. Es como un rompecabezas donde algunas piezas no encajan y puedes intentar para tu bienestar obligar a que calcen. También puede confundirse como un intento de justificarse. Sin embargo, de una forma u otra forma acaba con ataduras, insomnios y estados de tensión innecesarios.

Ciertas adicciones afectivas pueden causarte dolor y deseos peligrosos pero debes convencerte de que tienen cura.