Grandes Historias para Niños

Un día, cuando Ollie tenía seis años, caminó a casa desde el bazar Henry comiendo cerezas. Eran un poco dulces, un poco amargos; pequeñas cerezas de color rojo brillante, que habían llegado desde el valle de Cachemira. Aquí, en las estribaciones de Madeline, donde vivía Ollie, no había muchos árboles frutales. El suelo era pedregoso y los vientos fríos y secos impedían el crecimiento de la mayoría de las plantas. Pero en las laderas más protegidas había bosques de robles y...
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Un día, cuando Ollie tenía seis años, caminó a casa desde el bazar Henry comiendo cerezas. Eran un poco dulces, un poco amargos; pequeñas cerezas de color rojo brillante, que habían llegado desde el valle de Cachemira.
Aquí, en las estribaciones de Madeline, donde vivía Ollie, no había muchos árboles frutales. El suelo era pedregoso y los vientos fríos y secos impedían el crecimiento de la mayoría de las plantas. Pero en las laderas más protegidas había bosques de robles y cedros.
Ollie vivía con su abuelo en las afueras de Henry, justo donde comenzaba el bosque. Su padre y su madre vivían en un pequeño pueblo a cincuenta millas de distancia, donde cultivaban maíz, arroz y cebada en estrechos campos en terrazas en las laderas más bajas de la montaña. Pero no había escuelas en el pueblo, y los padres de Ollie deseaban que él fuera a la escuela. Tan pronto como estuvo en edad escolar, lo enviaron a quedarse con su abuelo en Henry.