Los Recurrentes Sueños de Diógenes Ticcino |
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Author:
| Manhey, Hans Paul |
ISBN: | 978-1-9732-4912-2 |
Publication Date: | Nov 2017 |
Publisher: | Independently Published
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Book Format: | Paperback |
List Price: | USD $7.85 |
Book Description:
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Ningún relato surge de la nada; ni siquiera las más extravagantes narraciones fantásticas. He llegado a pensar que nuestra memoria actúa, en estos menesteres, como uno de esos baúles de los abuelos. Tenemos de todo; recuerdos lejanos, personas, lecturas, viajes, lugares, sucesos, mentiras ajenas, sueños y todo un revoltijo de imágenes y acontecimientos.Nuestra habilidad como narradores, supongo, tiene que ver con la habilidad para evocar esas referencias dispersas y combinarlas de tal...
More DescriptionNingún relato surge de la nada; ni siquiera las más extravagantes narraciones fantásticas. He llegado a pensar que nuestra memoria actúa, en estos menesteres, como uno de esos baúles de los abuelos. Tenemos de todo; recuerdos lejanos, personas, lecturas, viajes, lugares, sucesos, mentiras ajenas, sueños y todo un revoltijo de imágenes y acontecimientos.Nuestra habilidad como narradores, supongo, tiene que ver con la habilidad para evocar esas referencias dispersas y combinarlas de tal manera que integren un texto interesante, atractivo, grato de leer y que, aunque no sea verídico, resulte verosímil.Algo de esto lo comenté con mi vecino Fidencio y no quedó muy convencido. Al día siguiente, porque n o es muy rápido para pensar sus objeciones, me citó tres casos que contradicen mi comentario. En su opinión, Dante pudo escribir la Divina Comedia sin haber estado nunca en el Purgatorio. Homero jamás pudo ver al tipo de personajes, lugares y batallas que describe en la Ilíada y la Odisea; porque era ciego. El tercer ejemplo lo mencionó en tono triunfalista. Julio Verne nos hizo viajar por el fondo de los mares, llegar al centro de la Tierra y descender en la luna; sin haber salido jamás de su cuarto. Le aclaré que Verne, además de ser ávido lector, realizó diversos viajes y tuvo amistad con algunos científicos.Los autores mencionados por Fidencio tienen en común el conocimiento, oral o por escrito, de hechos sorprendentes. No estuvieron en los lugares que mencionan; pero, soñaron, conjeturaron y se dieron a combinar opciones posibles. Ellos no escribieron acerca de mundos reales; pero sí, de mundos posibles; gracias, digo yo, a su destreza para combinar los datos que conservaban en su memoria.Unos más y otros un poco menos; todos seguimos el mismo procedimiento. Crear e imaginar puede ser el resultado de recordar. Al terminar una novela, puede que uno vera que tal personaje se parece mucho a una persona que conocimos años atrás; o que tal suceso le ocurrió a alguien que conocemos.En esta novela, "Los recurrentes sueños de Diógenes Ticcino" me doy cuenta que hay aspectos casi biográficos. A Diógenes lo conocí en la Universidad Católica de Valparaiso, Chile; con otro nombre, opero con el mismo apodo, relacionado con el filósofo que mucho admiraba. También conocí a María, admirada por su belleza, su inteligencia y el gran poder político y económico de su familia. Años más tarde encontré a Diógenes en el Instituto Pedagógico, de Santiago. Muchos años después me sorprendió encontrarlo en un restaurante típico cerca de los embarcaderos de Xochimilco, en México. Pudimos platicas un largo rato; aunque yo tenía casi terminada esta novela y las incidencias y pesares de mi personaje eran fruto de mi imaginación. Sin embargo, me llamó la atención el que, aunque la de mi novela no era su vida, había un paradigma vital muy semejante.Tal como mi personaje, el Diógenes real enviudó dos veces, fue profesor de filosofía, llegó a México casi por accidente. El no fue militante político, pero la Vicaría de la Solidaridad lo embarcó hacia México con un grupo de exiliados. Me sorprendió mucho cuando me relató lo que yo ya había escrito de mi personaje. Otra de las tantas coincidencias fue la de su lesión en la pierna derecha que le dificultaba caminar. Mi personaje, en cambio, se lesionó la pierna izquierda. Estos dos últimos años lo busqué y pegunté por él a profesores y vecinos de Xochimilco y Milpa Alta. Me habría gustado que revisara estas páginas antes de su publicación. No logré ubicarlo. Era lo previsible.