Sátiras, Jácaras, Burlescas...

Francisco de Quevedo Villegas, que, a la sazón, entre otras cosas, era teólogo, graduado en teología por la Universidad de Alcalá de Henares, no tuvo reparo en escribir cosas como las jácaras o las sátiras. Composiciones que le granjearon gran popularidad, a la par que, amigos y enemigos. Muchas de estas composiciones siguen, a día de hoy, siendo no del todo bien vistas, y vigentes por más que nos pese. Sus enemigos, sus muchos enemigos, intentaron de todas las maneras que el Santo...
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Francisco de Quevedo Villegas, que, a la sazón, entre otras cosas, era teólogo, graduado en teología por la Universidad de Alcalá de Henares, no tuvo reparo en escribir cosas como las jácaras o las sátiras. Composiciones que le granjearon gran popularidad, a la par que, amigos y enemigos. Muchas de estas composiciones siguen, a día de hoy, siendo no del todo bien vistas, y vigentes por más que nos pese. Sus enemigos, sus muchos enemigos, intentaron de todas las maneras que el Santo Oficio, la temible Inquisición, abriera causa contra él. Pero, por increíble que pueda parecer, jamás lo hizo, se limitó a obligarle enmendar algunos textos antes de su publicación, cosa que hizo y publicó sin problemas. También le censuraron en Castilla todas las ediciones tras una fecha, pero no en el resto de España, prohibición que se levantó al poco tiempo. Sin embargo, lo que no hizo el Santo Oficio, lo hizo un valido temeroso de la pluma de un poeta. Cuando el bueno de don Francisco, viendo, y no pudiendo callar, la situación en la que estaba sumida España (decadencia, corrupción, cohecho... muy parecido a lo de hoy en día), le dejó al Rey Felipe IV un Memorial, escrito en pareados, como solo él podía hacerlo, en su sitio a la mesa, denunciando cuanto veía, el Conde-Duque de Olivares, al parecer, se sintió amenazado y ordenó su detención. En plena noche de inverno, sin siquiera abrigo, lo sacaron de su casa y lo condujeron a San Marcos, donde estuvo cuatro años en pésimas condiciones, tanto que su salud se resintió. Cuando cayó el Conde-Duque, los amigos de Quevedo movieron papeles para que le dejaran en libertad. Murió un año después, viejo, cansado, decepcionado... Sátiras, Jácaras, Burlescas... recoge las composiciones más desvergonzadas de Quevedo, las más arriesgadas, las más pícaras y picantes, incluido el Memorial que le llevó a la cárcel por última vez. He desembarazado el texto de notas innecesarias, dejando sólo algunas, sobre todo, las de las primeras ediciones, para que la lectura sea más fluida en la medida de lo posible, aunque el diccionario sea imprescindible. Espero que disfrutéis tanto como he disfrutado yo editando este libro. Que estas composiciones se lean con el espíritu que don Francisco puso en ellas; un examen de conciencia, no exento de humor, divertirse conociéndose a uno mismo, cosa difícil.Va por vuestra merced, Don Francisco.